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Tumores intraoculares


¿Qué son los tumores oculares?

Los tumores oculares pueden aparecer en los párpados, en el ojo (la conjuntiva, la coroides o la retina) y en la órbita (cavidad que aloja el globo ocular).

Dada su delicada localización es necesario un diagnóstico y tratamiento precoces. El tiempo puede ser crucial para salvar la visión, el ojo, e incluso al propio paciente en los casos más graves.

Existen varios tipos de tumores, tanto benignos como malignos, que afectan al ojo y a sus diferentes estructuras. Entre los tumores intraoculares, los principales son: 

  • Melanoma: Puede producirse en varios tejidos, aunque el de localización coroidea (melanoma de coroides) es el tumor intraocular primario maligno más común en el adulto. Su número de casos aumenta todavía más si se tienen en cuenta los tumores secundarios a otros procesos cancerosos que acaban provocando metástasis en el ojo, como el de mama o el de pulmón.
  • Retinoblastoma: Tumor ocular maligno más común en la infancia. Es muy agresivo y, por ello, resulta fundamental diagnosticarlo y tratarlo tempranamente.
  • Hemangioma de coroides: Tumor benigno (sin riesgo de metástasis) que, sin embargo, se desarrolla de forma muy rápida y agresiva, suponiendo un riesgo para la visión ya que su crecimiento amenaza el nervio óptico (transmisor de las imágenes de la retina al cerebro) y la mácula (zona central de la retina que permite la visión de detalle).
  • Los tumores orbitarios son poco frecuentes y su manifestación más común es la aparición de exoftalmos unilateral de evolución lenta y progresiva (excepto determinados tumores que pueden ser bilaterales). Son muy variados y algunos pueden revestir gravedad.


¿Por qué se producen?

Algunos tumores son congénitos, como el 50% de los retinoblastomas, que se transmiten de una generación a otra y afectan a 1 de cada 15.000 recién nacidos.

Otros, como los melanomas intraoculares, no tienen factores de riesgo específicos. Algunos pueden venir asociados a un síndrome o bien pueden ser secundarios propagados desde territorios adyacentes o debidos a un proceso de metástasis.


¿Cómo se pueden prevenir?

Los tumores intraoculares no se pueden prevenir, pero sí que es posible diagnosticarlos precozmente. Para ello es aconsejable hacerse anualmente una exploración rutinaria del fondo de ojo a partir de los 50 años, edad en la que es más común que empiecen a aparecer.

Además, dado que las lesiones malignas pueden reincidir con el tiempo, es importante que una vez tratadas se realice un seguimiento periódico.

Al ser internos, a menudo pasan desapercibidos inicialmente y son asintomáticos. Algunas señales de alerta que pueden asociarse a un tumor intraocular son:

  • Disminución de la visión
  • Desprendimiento de retina o hemorragia intraocular

Por eso, los tumores intraoculares son diagnosticados con frecuencia durante un examen oftalmológico de rutina.

El tratamiento de los tumores oculares depende de su tipo, ubicación y tamaño. En aquellos casos en que son malignos, generalmente requieren ser extirpados mediante cirugía de microincisión, que puede reforzarse con quimioterapia o radioterapia local en coordinación con un oncólogo, logrando un elevado índice de éxito.

Para los melanomas de coroides la terapia de elección suele ser la braquiterapia, que consiste en una placa radioactiva de rutenio o yodo situada durante unos días en la zona tumoral. Al ser local, evita la radiación externa y reduce posibles efectos secundarios, por lo que es una opción mínimamente invasiva.

Asimismo, los hemangiomas coroideos suelen tratarse con terapia fotodinámica y los  retinoblastomas con una combinación de quimioterapia con láser y crioterapia.

  1. Dr. Luis Miguel André
  2. Director Médico: Dr. Ramón Medel
  3. Dra. Alejandra Tapia