Normalmente, el óptico-optometrista o el oftalmólogo aplican un colirio que dilata la pupila del niño y que relaja los músculos encargados de la acomodación para enfocar los objetos lejanos o cercanos. Así, el especialista puede examinar un posible error o defecto refractivo y valorar si existen daños en otras partes del ojo, como la retina o el nervio óptico